"Claudia". Es tan sólo una palabra pero bastó para encaminar a lo que la Policía cree que es la resolución del crimen de Pablo Aiziczon. Y fue el hermano de Pablo, Fernando, el que dio un dato que resultaría clave.
Preocupado porque no aparecía, el martes 22 de noviembre Fernando le pidió a la empresa prestadora de servicios de telefonía que le diera los últimos números a los que se había comunicado su hermano. Explicó que estaba en una situación desesperante y se los dieron.
Varios números no contestaron hasta que, de tanto insistir, una mujer respondió. "¿Quién habla?", apuró Fernando. "Claudia, ¿quién habla ahí?", le contestaron. Y cuando él se presentó, cortaron el teléfono. Fernando trató de comunicarse nuevamente, pero su llamada ya pasaba directamente a casilla de mensaje. Sospechando, le dio el dato a la Policía.
Desde ese mismo martes, por orden del fiscal Carlos Albaca, personal de la División Homicidios y Delitos Complejos, al mando de los comisarios Hugo Cabeza y Miguel Gómez se había sumado a la búsqueda de Aiziczon. Sobre la base del número de teléfono, los policías averiguaron que la línea estaba a nombre de Jorge Luis Borges, y la dirección era calle Larrea al 1.700. Fueron hasta allí y descubrieron que no vivía nadie con ese nombre. Pero la identidad no es usual, por lo que la pista se profundizó. Los policías descartaron rápidamente a un joven arquero que tiene ese nombre, y se centraron en un vigilante privado que se había presentado para ofrecer servicios en distintos lugares del centro. Mientras tanto, los técnicos ubicaron su Facebook y descubrieron una foto suya con una mujer de cabello castaño y no dudaron que se trataba de "Claudia". Pero, según explicó la Policía, Borges había desaparecido de los lugares que solía frecuentar. Entonces los investigadores le pidieron ayuda a la Policía de Jujuy, que cuenta con un software que cruza rápidamente los datos de obra social, AFIP, bancos y todo organismo donde uno está inscripto. Así supieron que el hombre al que buscaban tenía otros dos domicilios, uno el barrio Capitán Giachino y otro en el 240 viviendas. Hasta allí fueron y cuando interrogaron a los vecinos, les dijeron que estaba viviendo con una mujer en el barrio Ciudad Parque. También por referencias de los vecinos, explicaron los comisarios Gómez y Cabeza, llegaron hasta la casa de una mujer a la que todos conocían como Karina. Por la descripción, supieron que era la que estaban buscando. Ya era miércoles por la mañana, casi al mismo tiempo en que apareció el cuerpo. Decidieron esperar. En grupos separados se apostaron en la zona. Y la paciencia tuvo premio.
Ayer, poco después de la 1, la mujer llegó a la casa y minutos después arribó un hombre en un taxi, en el que cargó un ropero desarmado. Cuando estaba saliendo, los policías supervisados personalmente por el jefe de Policía, Hugo Sánchez, y por el fiscal Albaca, lo interceptaron y lo detuvieron. La jueza Ema de Nucci había firmado la orden de allanamiento, y a la mujer, luego identificada como Lidia Vanesa Martínez, la arrestaron en el interior del domicilio.
"El otro día estuvieron tirando cohetes", comentó un vecino, aunque los policías creen que en realidad eran los disparos que habían terminado con la vida de Aiziczon. Más dudosa es la versión que sostienen los investigadores acerca de que fue esa misma tarde del lunes cuando el auto de la víctima con el cuerpo en el asiento trasero fue dejado estacionado en un pasaje del barrio Horco Molle, donde lo descubrieron el miércoles a la mañana.
Hasta anoche los acusados, que quedaron alojados en la División Homicidios y en la Brigada Femenina, no designaron un abogado. Hoy los espera Albaca en Tribunales. A él se le imputará el delito de homicidio, y a ella la de participación necesaria. Y aunque algunos sostienen que aún quedan dudas sin esclarecer, para la Policía el caso está resuelto.